sábado, 11 de abril de 2015

Cercedilla – Fuente Antón Ruiz – Arroyo Navazuela

Nunca antes había salido de la estación de Cercedilla, ahora atravesando el andén, subimos por el Camino Puricelli, con un paso lento y firme, sin agobios encontrando el ritmo propio, hasta la primera fuente, donde nos reponemos.

Vamos saltando de senda en senda, ahora hacia el Camino viejo de Segovia que otros antes hubieron usado. La calzada romana, testigo de tantos pasos, El camino Schmid y un pequeño reguero de piedras sueltas hasta la fuente de Antón Ruiz para descansar y comer. Dos horas y media de subida.

El cielo nublado y un frío gélido, nos acompaña. Nos impulsa y nos mueve, sin sol que disfrutar, el camino se vuelve doloroso y gris; los colores rozan los pálidos y las tierras se hacen parduzcas perdiendo definición. llegamos al emplazamiento bautizado como “Ducha de los Alemanes” que se vuelve frugal. Por fin, hemos encontrado el tesoro que tantos negociantes copeteros, rompe vidrios, machacan a ritmo bacaladero vendiendo sendero y s…. 

Aquí se queda el deseo de encontrar el lugar, inmolado e inmortal para dejarlo atrás liberando al personaje de la afrenta y del reclamo del tributo.

El arroyo ventero cargado de ilusión y maravillosos recodos nos acompaña en nuestro descenso parcial, hay que remontar la senda de la vereda alta. Sin un mapa, la pérdida es segura. Sendas de repoblación, sendas de bicicletas de montaña, sendas de ganado y todas hacia algún lugar. Mezcla de puntos de colores en los árboles que la localidad ha regalado para disfrute de visitantes y pérdida de caminantes charlatanes y despistados.
Parar al pie, bordear el cerro colgado para volver al punto de origen.

Tan grande la subida, tan empinada la bajada, se amontonan nuevos recuerdos encima de los viejos, borrando las cicatrices. Qué tristeza siquiera mencionarlas, las de la vida propia o las ajenas. Ahora al grito de libertad, tiramos por la ventana  años y años de construcción de vida, como si fuéramos eternos, por la dureza del corazón y con la cantinela  “…me he equivocado…” picamos y acumulamos relaciones, como si lo mío fuera la única verdad y el amor y el perdón fueran signo de debilidad.


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