¿Importa cómo se llame el destino?
Una vez más, a ciegas se mezcla la baraja y se reparten cartas, caprichosa o con razones misteriosas para nuestro conocimiento. No hay posibilidad de hacer trampas.
Hacer algo que rompa la rutina, nos aleje de la zona de confort y nos lleva hacia lo desconocido, a la aventura. Por mas que investiguemos hacia dónde vamos, la realidad, nuestra capacidad de reacción, el amor al desafío y conocer el límite de nuestras posibilidades son los ingredientes necesarios para crear esta orquestación única.
Preparamos y olvidamos el viaje, y nos preguntamos qué hacemos allí y dónde vamos. Lo que hacemos está por descubrir, dónde vamos no importa, el disfrute está en el camino.
Hay mucho que limpiar, que reordenar, que dejar dormir, que olvidar. Son muchos años de preparación y por tanto las reacciones se vuelven sutilmente acomodaticias. Confiando en uno mismo se encajan a la perfección los lugares y los acontecimientos, sin otras herramientas e instrumentos que el cuerpo mismo.