La Alsacia una zona fronteriza entre Francia y Alemania, con los nombres de los pueblos y las calles en Alemán, que ha sido disputada durante toda la historia. Una identidad a caballo entre vencedores y vencidos. Los primeros reclaman su verdadera naturaleza y los segundos, nunca se cansan de reclamarlo; bien por una guerra desgastadora de los Treinta años.
Construcciones militares, paramos, hoy viñedos, montes desolados hoy bosques con cicatrices de guerra, no la han dejado descansar; bien por la primera y segunda guerra mundial han castigado la zona. Hoy en el ambiente de normalidad, los bosques con un lustro de antigüedad son los alguaciles de la zona. Equilibrio frágil como al caminar por “El sendero de las Rocas”, hacen del lugar algo misterioso y desolado. La vida nocturna, como en el medievo, se centra en los burgos, Colmar o Estrasburgo; en el exterior una vigilada paz nocturna, fruto de alarmas antiaéreas o aviso de huestes enemigas. Las flores de las ventanas rinden tributo a los caídos y las altas catedrales medievales ofrecen refugio a los paisanos ante el ataque de los espectros del pasado.
Se han declarado Parques Naturales Regionales, santuarios de flora y fauna, a resguardo de devastaciones pasadas, industrialización, explotaciones, urbanismo o infraestructuras arrasadoras. Por la parte sur, el Parque Natural Regional de Ballons des Vosges, por la parte norte, el Parque Natural Regional de Los Vosgos del Norte. En el sur, el Grand Ballon (1.424 m) la mayor cima del macizo con sus ecosistemas de alta montaña, con restos de erosión glaciar, sus grandes bosques mixtos de hayas y abetos, y sus zonas de viñedos junto con sus ciudades medievales al pie de monte. En el norte, sus bosques de hoja caduca mejor conservados con esqueletos de fortalezas medievales, enclaves más conflictivos, que santificados se vuelven los
más bellos de Europa.